Viernes a la tarde. La página del procesador de textos sigue en blanco; John Lennon canta Jealous Guy desde la pantalla de Youtube y, Jérôme, aparece como contacto conectado. Como está tranquilo, aprovecha para chatear. Me pregunta por la ciudad, por el permiso de trabajo y por los progresos en la recuperación de mi campo visual. La ciudad no ha cambiado, no tengo grandes novedades acerca de mi permiso laboral y mi ojo se recupera tal como el médico lo había diagnosticado: despacio, pero bien. De repente cambia de tema y me habla de Marie, de Pascal y de Gaël*. Silencio. Está preocupado por Gaël. Gaël es un chico francés con el que tuve una especie de historieta durante mis años de estudiante. Le preocupa el hecho de no tener noticias de él desde hace un tiempo. Pienso un rato y trato de interpretar la (desafortunada) elección del tema…No. No entiendo. ¿Por qué demonios me habla a mí acerca de Gaël? ¿A mí, justo a mí? Si sabe que la historia forma parte de mi pasado pisado y que yo, después del ‘game over’ de aquella vez, nunca más quise saber nada con la historia. Insiste: “Lo llamo y no contesta…No tengo noticias de él desde hace cinco meses”. Silencio otra vez. Vuelve a la carga con lo de los cinco meses: “Cinco meses en los que no logro comunicarme, no contesta los llamados, no responde los mails, la verdad es que me preocupa... ¿a vos no te parece raro?”. Break. Bueno, a lo mejor estoy exagerando…A lo mejor, después de toda el agua que corrió abajo del puente, ya ni vale la pena tomarse la causa con tanta seriedad. “Querido, ¿a vos te preocupa no haber tenido noticias de él desde hace cinco meses? Yo no tengo noticias de él desde hace cinco años y, sin embargo, me las arreglo bastante bien… ¿o no?” Jérôme se ríe. No creo que tenga por qué preocuparse y se lo digo. “Además, vos lo conocés, a lo mejor se olvidó de pagar la última boleta de France Telecom (viniendo de él no sería nada raro) y le cortaron el servicio”. Jérôme se vuelve a reír. “O a lo mejor se le atrofiaron las manos por el frío y eso le impide discar tu número y/o levantar el tubo para responder a los llamados que recibe”. Risas otra vez. Se termina de aflojar el ambiente. Lennon deja de cantar y, a Jérôme, el jefe le recuerda que no estaba disfrutando de unas mini-vacaciones ni de una pausa de almuerzo sino que se encontraba en horario de trabajo. Meeting en puerta. Jérôme me dice “au revoir”, se desconecta y vuelve a su rutina laboral. Yo hago un clic sobre radio Five en el sito de la BBC y, al mismo tiempo, me preparo para leer los dos o tres diarios que suelo decorticar por Internet, responder algunos mails y seguir evaluando posibilidades para tratar de eliminar la palabra 'incertidumbre' de mi situación actual. En la radio pasan una emisión especial acerca de la entrega de los Oscars. De fondo, suena uno de los temas de la película de Amélie Poulain que, oh casualidad, transcurre en el barrio de Montmartre. Y yo, que estuve viviendo ahí hasta hace un poco más de un mes, me pongo a pensar en el paso del tiempo, en las historias viejas que se fueron sin haber llegado a ser y en las nuevas, que siguen llegando sin verdadera transformación ni promesa de cambio.
*Supongo que no estaría de más aclarar que, en la vida real, ni Jérôme, ni Gaël, ni Pascal, ni Marie, se llaman así.