lunes, 27 de abril de 2009

EL JUEGO DE LA VIDA

A mediados del año pasado, si bien la empresa que me empleaba renovó su contrato anual, el gobierno francés decidió no actualizar mi permiso de trabajo. Sin permiso de trabajo no se podía tramitar el permiso de estadía y, sin ninguno de esos dos papeles, perdía la posibilidad de quedarme en Francia de manera legal.
En el mes de enero volví a la Argentina para esperar la respuesta a un recurso jerárquico presentado ante el Ministerio de Identidad Nacional. La respuesta a esa instancia nunca llegó; legalmente, la ausencia de manifestación equivalía a una resolución negativa. En ese momento, saqué mi ficha del casillero ‘París’, la apreté fuerte y la escondí adentro de una de mis manos.
Mientras decidía qué hacer con el próximo movimiento, recorrí Buenos Aires, medité, me reencontré con varias personas a las que había perdido de vista desde hacía ya un tiempo, me alejé un poco de otras con las que me había mantenido en contacto, disfruté de mi familia, me acerqué a mis hermanos (solamente un poco pero bueno, por algo se empieza…), me agarré una conjuntivitis viral que derivó en una queratitis que me ulceró una de la córneas, perdí el 80% de la visión de uno de mis ojos, empecé a usar lentes, viajé a la Patagonia, seguí meditando, me perforé las orejas, empecé a usar aritos, me corté (y me teñí) el pelo, aprendí a manejar y empecé a contactar gente y a buscar pistas para volver a instalarme en mi ciudad.
Ahora, utilizando el billete anual que siempre sacaba por anticipado para pasar mis vacaciones en Argentina, cuando todavía trabajaba en París, vuelvo para allá. Entre otras cosas, tengo que organizar mi mudanza –esto es, tratar de vender, canjear y permutar todo lo que sea vendible, canjeable y permutable, y de acarrear de vuelta todo lo que pueda hacer entrar en las dos valijas que tengo derecho a llevar, y hacer algunos trámites que me quedaron pendientes. Además, voy a viajar, a despedirme de la ciudad que me albergó durante tantos años y a decirle adieu a todo aquel que me quiera hacer un wave de goodbye.
Sé que soy una persona afortunada por tener la oportunidad de disfrutar de esta experiencia y, también, por tener la posibilidad de cerrar bien una etapa antes de calzarme los guantes para subir al ring y empezar con otro round.
Me voy pero volveré. Con otras calles, con otras personas, con otros planes, con nuevas ganas de probar y de armar, de hacer y deshacer, de rehacer, de construir, de buscar, de desafiar, de volver a juntar todas las piezas para montar una nueva maqueta. Lista para cambiarle el eje a la historia, a mi historia; lista para meterme adentro de la rueda y volver a jugar y a girar.

domingo, 26 de abril de 2009

PARA REFRESCAR LAS IDEAS

Baño público porteño

viernes, 24 de abril de 2009

LAS SIMPLES COSAS

Cualquier ser humano normal ha aprendido, a lo largo de su vida, a hacer cosas simples y útiles como nadar, cocinar o manejar. Yo, hasta hace poco, no sabía hacer ninguna de las tres.
Ayer a la tarde, después de muchísimas horas de práctica (dos horas de clase por día durante casi dos meses), pasé los exámenes correspondientes y, cumpliendo con una de las metas que me propuse desde que volví de Francia, “me recibí”.
Ya tengo el registro. Dentro de poco me compro el último libro de Arguiñano, me calzo las antiparras y me sumerjo en el fondo del mar.

jueves, 23 de abril de 2009

LA VUELTA DEL PERRO

US$ 1.000 DÓLARES de RecompenSA
por la per-RITA.

jueves, 16 de abril de 2009

MARLEY Y YO

Hace unos días me reencontré con una amiga a la que no veía desde hacía por lo menos quince años. Elegimos un lugar, almorzamos, me presentó a su familia y, por supuesto, conversamos. Ella me decía que le hubiera gustado animarse a hacer lo que hice yo; a saber, armar la valija y largarme a recorrer Europa, hacerme la ‘nanny’ en Inglaterra, anclar en París, terminar de estudiar en la Sorbonne y trabajar en Francia.
Yo, en contraposición, le decía que mi situación actual (consecuencia de haber vivido siempre al día mientras hacía todo lo que hice) me daba un poco de inseguridad ya que, a diferencia de ella (y de otras personas de nuestra misma edad) volvía al país y no tenía absolutamente nada: ni casa, ni auto, ni perro, ni marido, ni hijos.
El silencio inicial y la consecuente carcajada fueron motivados por la enumeración del orden de prioridades. La casa antes que el auto, viene siendo algo bastante normal. El auto (y la casa) antes que el marido, ya da qué pensar. Ahora, el perro antes que el marido y los hijos...En fin, mejor ni hablar...

domingo, 12 de abril de 2009

martes, 7 de abril de 2009

NI POR UN MINUTO

"Las callecitas de Buenos Aires tienen ese...Qué se yo, viste..??"

domingo, 5 de abril de 2009

DE NADA

Casi una experiencia religiosa II

miércoles, 1 de abril de 2009