miércoles, 4 de marzo de 2009

UNO

Como él vivía en las afueras de París, la primera vez que me llevó a la casa me dio cita en uno de los andenes de la estación.
Cuando nos encontramos, me dijo que lo mejor iba a ser que viajáramos sin sacar boleto; si hacíamos la fila íbamos a perder el RER que estaba por llegar y, además, a esa hora era poco probable que algún inspector subiera a controlar. Caminamos por un pasillo largo hasta llegar al final del andén y, unos minutos más tarde, viajábamos por primera vez arriba del mismo tren.

Próximo capítulo: Sucy en Brie.

No hay comentarios: